viernes, 16 de marzo de 2012

Insight:.


Cuando un concepto es lo suficientemente fuerte y consistente, puedes jugar todo lo que quieras mientras obedezcas tu concepto. Un gran concepto te lleva muy lejos. Las grandes marcas siempre han utilizado este recurso.


Posicionamiento activo: el primero que llega se posiciona donde quiera. Posicionamiento pasivo: “Yo también puedo hacer eso” (lo mismo que hizo el posicionamiento activo). Este es precisamente el posicionamiento que debes evitar.

Para estar un paso adelante es necesario investigar los antecedentes de comunicación de la marca, la competencia de la marca y la comunicación previa en general; ver lo que se ha hecho anteriormente para utilizar cosas que no sean obvias y evitar caer en lo predecible en cuanto a la comunicación de la categoría de marca con la que estás trabajando.

A continuación, algunos consejos para encontrar un buen concepto:

- Definir lo que no es, ayuda a definir lo que es. La madures lleva a descubrir lo que no se quiere hacer con la marca.

- Capacidad de expresión, soporte y síntesis verbal, adjetivizar, definir bien, redactar.

- Buscar información focalizada y amplia, luego precisar. Buscar los referentes y las imágenes que se esconden. En imágenes organizadas, descubrimos cosas.

- Pensar con los pies: Buscar información, hacer un recorrido, caminar, salir y desgranar.

- Pensar con las manos: Organizar la información, recoger imágenes de baja calidad, hacer recortes de revistas y periódicos, organizar las imágenes en la pared. Así sabremos lo que podemos relacionar.

- Pensar con los ojos: Hacer una síntesis verbal de un libro físico. Leer histórias o artículos nada relacionado a lo que buscamos.

- Alejarnos un poco del cine y el arte. Cerrar el ordenador e intentar llenar los espacios vacíos.

- No podemos decirlo todo, ya que todo no concreta nada. Comunica una idea a la vez.

Para responder las preguntas siguientes: A quién se lo dices?, Cómo se lo dices? Es importante entender al consumidor, debemos ponerlo en el centro de nuestro proceso de pensamiento. Hacer un Insight del consumidor y esperar a que ellos mismos te den las pautas, consecuencias de la experimentación con la marca. Cómo lo dice tu público. Este tipo de cuestionamiento hace que el discurso de la marca sea más espontáneo y por lo tanto es menos rígido.

Un insight es un descubrimiento revelador que hacemos acerca de nuestro mercado mediante la percepción y la esencia de las cosas vistas a través “de los ojos del consumidor”.

La forma más efectiva para conectar con los consumidores es aprender a hacer insights entrenándonos y aprendiendo a observar los pequeños detalles y el comportamiento de las personas. Son relevantes para la comunicación porque tocan la sensibilidad y despiertan la atención e identifican al consumidor con la marca. Suelen pensar o bien decir: “Yo hago eso”, “Igual que yo”, “Siempre me pasa eso”, etc...

Las ventajas de utilizar este tipo de estrategia es la credibilidad que genera la marca hacia los clientes, mostrándoles a los consumidores que se ha pensado en ellos y en sus necesidades, que es comprendido efectivamente y que hemos pensado en soluciones que encajan con sus vivencias y estilo de vida.

jueves, 15 de marzo de 2012

Invisible Children:.

 Invisible  Children:.
"Nothing is more powerful than an idea,
whose time has come, 
whose time is now".

Necesitamos unirnos para tener un mundo más justo, más humano y lleno de amor. No podemos permitir que los malos sean más sobresalientes y hagan más daño. Todavía creo que el mundo está rodeado de personas buenas, creo en el respeto a la vida, creo en los seres humanos. 

Es por esto que debemos delatar, atacar y denunciar a los abusadores que se creen dueños de la Tierra y con derecho a destruirle la vida a los demás. Todos contra ellos. Excelente iniciativa, trabajos como esto me hacen tomar fuerzas para seguir luchando por mis ideales y ver que si se puede. El mundo es de los buenos.


 


domingo, 11 de marzo de 2012

Dibujos de niños haitianos:.

Collage de dibujos realizados por niños haitianos:.
Campamento Croix-des-Bouquets
05.02.12







jueves, 12 de enero de 2012

Haití










Muchas cosas de la vida no las entendemos hasta que las vivimos, incluso cuando estamos conscientes de ciertas realidades. A pesar de este entendimiento, luego de experimentarlas es importante que se relacione con alguna huella amnémica, obtenga una estructura y realmente tenga influencia en nuestras vidas.

Un viaje a Haití:

Estaba emocionada por la experiencia, al poseer este espíritu aventurero y estas ansias de conocer, sin pensarlo dos veces dije: "sí quiero ir, sí quiero conocer esa ciudad, sí quiero contribuir. Salimos a las 4:30 de la mañana y ahí comenzó nuestro viaje, entre cajas de donaciones, medicamentos y paquetes de botellas de agua que poníamos debajo de nuestros pies, nos encaminamos hacia Haití, recorrimos caminos desérticos, senderos y comunidades entre muchas canciones y carreteras; mucho después estaba Haití, un camino de 6 horas partiendo desde la ciudad de Santo Domingo, República Dominicana.

Mi hermana y yo preparamos los alimentos exclusivamente para mantener la dieta, nada de snacks, refrescos o dulces. Entre quesos y granolas nos mantuvimos en pie y conservamos las energías. Compartimos muchas risas, historias y recuerdos con personas que acabábamos de conocer. A eso de las 11:00 a.m. ya estábamos en la frontera.

Es increíble la diferencia marcada que existe ente un país y el otro, entre tenerlo todo y no tener nada, entre luchar por las oportunidades como jóvenes abriéndonos los caminos, y considerar una oportunidad de la misma manera en la que es considerada una utopía, los estudios, los libros y el conocimiento muy lejos de la realidad; esto es lo que sucede con el pueblo Haitiano, cualquier intento de superación se encuentra castrado por esta realidad.

La llegada al campamento me impresionó, no solo por ver en las condiciones en las que viven actualmente esas personas, si no por la alegría con la que nos recibieron, con la sonrisa en sus caras, por los abrazos llenos de amor que nos entregaban a pesar del hambre, la sed y la enfermedad, nos levantaron sus brazos y regalaron sus sonrisas; los niños que llegaban hasta mis rodillas me rodearon con sus brazos y algunos no me dejaban incluso caminar.
Si de impresión se trata, lo que me impresionó fue la mirada, la de cada una de las personas que tuve la oportunidad de ver, el rostro de esos niños. Me sentí como cuando me iba de misión y viajaba a comunidades pobres del país donde permanecía dos semanas realizando un campamento para los niños; sobretodo me transporté cuando me fue entregado un paquete de galletitas que tenía que repartir entre ellos.

Los niños de las comunidades de misión jugaban mucho, tenían fuerzas, cuando me tocaba repartir galletas podíamos lograr que hicieran una fila y las galletas daban para todos, esperaban en calma que se les diera su respectiva galletita por la buena labor del día. Este no era el caso en este campamento de refugiados que visitamos en Haití, aquí me fueron entregados paquetes de galletas que no daban para la cantidad de niños que había allí, éstos niños de verdad tenían hambre, posiblemente tenían algunos días sin comer nada, si digerir algún dulce y querían, de verdad querían una galleta.

En un primer momento intenté comunicarme y lograr que hicieran una especie de fila que se volvió molote; se mantuvieron en esta fila, pero en la medida en la que veían que se me estaban terminando se comenzaban a poner ansiosos y como si fuese lo último que hicieran se lanzaban sobre mí y me sacaban la galletita del paquete. Lo impresionante para mí fue en ese momento saber que sin darme cuenta estaba eligiendo entre todos esos niños los que comerían durante ese día y los que no; cada galleta que le entregaba a uno de los niños era una galleta que dejaba de entregarle a otro.

Dar una vuelta y caminar por el campamento fue otra de mis impresiones y de mis nudos de garganta; al ver a una mujer, con sus hijos alrededor con una pequeña olla, algunas hojas, intentando cocinar en el piso las patas del pollo; ver un recién nacido lleno de ronchas, con dermatitis, familias viviendo en pequeñitas carpas sin piso, entre piedras, ocultos ante la sociedad, ocultos para el mundo donde el progreso es otra utopía. El día a día, momento a momento, sin guardar nada por no tener nada que guardar, tratando de alimentar a los suyos día a día, intentando no enfermarse para sobrevivir. 

Y así corrieron, sin poder comunicarme por el idioma pude hacerlo con mi cuerpo y comencé a correr, mientras corría comenzaron unos cuantos a correr detrás de mí, en un abrir y cerrar de ojos casi todos los niños del campamento estaban corriendo conmigo, mi hermana que me acompañó en este viaje también se unió y comenzamos a aplaudir, a brincar y los niños reían.

Dejé de correr porque en un momento en el que me detuve a pensar me llegó a la cabeza lo siguiente: "Estos niños no han comido, pocos han tomado agua, están disfrutando mucho este momento pero, ¿Luego tendrás como quitarle la sed, tendrás como devolverle la energía física?" La respuesta era obvia, por eso decidí que cantáramos un poco y detener el tiempo de animación; en unas horas yo estaría en mi casa, tomando agua, comiendo granola y los dejaría con sed.

Lo último que hicimos fue cantar nada más y nada menos que el “Oh-Alele”, tomé a dos niños de las manos, y todos se fueron agarrando, hicimos una gran ronda, rodeábamos el campamento entero y cantamos “Oh-Alele”, hubo algo en sus miradas, por un instante sus ojos brillaron y presiento que fue de felicidad y por un instante se olvidaron del hambre. Muchos trataban de decirme algo que al final no comprendí pero cantamos el Alele.

De regreso me senté al lado de mi maestra y le pregunté cual era el pronóstico para estas personas a lo que me contesto: La muerte, estamos paleando un poco su condición pero si estas personas no reciben la ayuda que necesitan, muchos de ellos van a morir. Estas palabras resonaban en mi cabeza: Morir... MORIR, mientras nosotros alargamos la vida de algunos, quizás los que iban a morir mañana tengan unos días más de vida.

Durante ese mismo camino de regreso el sol ya se había acostado y comenzó a llover, llovía muy fuerte y aún no llegábamos a la frontera; miraba por la ventana y miraba al cielo; mi mente no dejaba de imaginarse esos niños, esos padres dormidos entre las piedras, bajo la tempestad, sin un techo, sin un piso. Mi mente se transportaba a ese campamento y pensaba en cada gota de agua como caía en el rostro de uno de ellos, le mojaban, lo único que les pertenecía, sus propios cuerpos.

Con vivir no necesariamente nos referimos a que afecte directamente a nuestras vidas, con tener un tanto de participación o nos empapemos de la realidad del otro con un corazón abierto y dispuesto a mirar a través de las miradas puede contar como vivencia. Para quedar marcados no tienen que haber cicatrices tangibles, hay rasguños que se viven cuando uno se pone en los zapatos del otro. Quiero creer en la utopía, quiero creer que este pueblo se levantará, es increíble la sed de conocimiento que tienen estos niños, las ganas de vivir que brotan en sus miradas, la cantidad tan grande de afecto en sus corazones en búsqueda de otro con quien compartirlo. Y se mantiene la fe y yo en el autobús.



Bianca Melo Ballast