Entré a una habitación palpando a ciegas, mis ojos no se acostumbraban a tal oscuridad. Las paredes estaban frías y, de repente, sentí dos manos que se clavaron en mi espalda y me empujaron. Perdí el equilibrio y caí abruptamente en la silla, aquella que me esperaba tan tranquila, no se inmutaba ni con los llantos de mis adentros.
Me torturaba cada nano segundo, me acordaba en forma de stopmotion de cada uno de mis pecados guardados en el cajón más sucio de mi conciencia. Ya no había nada más que hacer, esta vez mi ojos rechinaban ante los destructivos flashes de luz que le impactaban. Era todo muy confuso, las luces, las sombras, los colores y la oscuridad.
No había vuelta atrás y no esperaba volver. -Ahhhh!! (se escuchó). Un grito se inserta desde el cuarto de al lado, se sintió muy cerca, pero mis sentidos lo percibieron lejano porque en ese momento la realidad se esfumó y yo...a otra dimensión.
Sólo escuchaba welcome, welcome, welcome...en forma de eco welcome to the other dimension. En ese momento vi el final, que en verdad era el principio, abrí los ojos y estaba exactamente en el punto donde empezó todo, estaba frente a la dreamachine y preparado ahora para entrar a una nueva dimensión...un estado entre el sueño y la conciencia, donde ecos de voces eléctricas, interferencias y centellantes colapsos forman abstractas figuras que comparten escenario como si de un canal oxidado se tratase; y flores, flores que existen y son sexuales, porque se entregan en actos de amor.
Todo parece el atajo correcto para huir de las jornadas repetitivas, de esa película en bucle que era mi vida.
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